del oficio de las letras y la perversión de las palabras.

lunes, diciembre 28

UN JUEGO POLITICAMENTE CORRECTO.

Cuando pensamos en el perfecto Brunch con la excitante nueva cara y perfecta sonrisa y nos damos cuenta que por más que intentamos sugerir el más ardiente de los besos solo conseguimos un par de propuestas discretas acompañadas de un “me encantas” es inevitable sentirnos confundidos ante ese doble mensaje que pasa de ser excitante y retador a algo completamente desesperanzador e irritante pero ¿qué nos lleva a insistir en interpretar las acciones con respecto a nuestros deseos mas cercanos de entablar una relación física o simplemente sentimental? ¿es acaso un modo de defensa para no revelar nuestras verdaderas intenciones? o ¿tan solo es muestra de nuestra eterna incapacidad de inferir las cosas que son obvias? En definitiva los mensajes corporales son parte fundamental en los primeros acercamientos pero cuando el lenguaje verbal es totalmente opuesto corremos el riesgo de convertirnos en los típicos adolescentes que piensan que el amor a primera vista es tan real como los zapatos sin agujetas o peor aun quedar como el menos ardiente de los promiscuos. Se dice que algunas veces somos incapaces de reconocernos frente al espejo pero cuando estamos tan seguros de lo que estamos viendo podemos apostar una buena partida a que nadie adivinaría el juego que aun conservamos oculto y es cuando tomamos el control absoluto de la situación confundiendo al adversario pero cuando descubres que no están jugando la misma mano y crees que sus cartas son por mucho mayores a las tuyas no queda mas que retirar tropas o quedarte apaciblemente e intentar descifrar cada uno de sus movimientos en espera de encontrar su lado mas débil. Por el contrario a lo que nuestro sentido de supervivencia nos dice es inevitable vencer nuestra curiosidad y el quedarnos ahí intrigados y vulnerablemente excitados nos convierte en la mas deliciosa de las presas capaz de enamorarse de la perversa situación de intercambio de experiencias no descritas. La espera por fin rinde frutos pero el resultado es aun mas aterrador cuando las acciones cambian de posición y descubres que no es mas que un acto de continencia ante algo verdaderamente intenso y no solo hablo de atracción física que la mayoría de las veces delimita nuestras reacciones sino de esa sensación de pertenencia, de sentir que el tiempo corre al mismo paso que tus pulsaciones y que como pocas veces la espera ha valido la pena y ahora debes afrontar la indescriptible emoción de no sentirte confundido, de saber que disfrutas su compañía, las interminables llamadas en la madrugada, el olor de su piel y esos besos que te dejan sin aliento , todo tan políticamente correcto, tan políticamente excitante, tan políticamente nuevo.

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