del oficio de las letras y la perversión de las palabras.

lunes, diciembre 28

EL PREJUICIO DE PARECER SIEMPRE EL MISMO.

Alguna vez escuche -en una de esas conversaciones nocturnas de neoadultos citadinos- que tanto en la geografía como en las relaciones, las cosas jamás lucen como las esperas y eso es lo mágicamente confortable de formar parte de una nueva retroalimentación, de sentir que ya no hay nada nuevo en la “ya no tan fresca nueva relación”, el darse cuenta de lo predecible de las situaciones y lo terriblemente cómodo de los besos en el auto, los martinis y la pizza mediterránea de media noche, de no darse cuenta que la desesperación por probar algo nuevo es mas palpable que nunca y que por mas que lo intentemos no dejamos de extrañar lo mejor de nuestras relaciones pasadas en donde el factor común era la indescriptible sensación de mariposas en el estomago, el no dejar de pensar que esa era la persona indicada pero ¿qué pasa cuando nos hemos dado cuenta que todas esas veces en las que creíamos haber encontrado por fin a ese alguien tan especial capaz de hacernos vivir de manera inexplicable cada uno de los encuentros era errónea? ¿Por qué siempre terminamos un increíblemente ligero y excitante día con una terrible sonrisa de inconformidad ante las situaciones inconfundiblemente insípidas? ¿Es acaso la desesperanza por encontrar algo nuevo lo que nos impide reconocer lo verdaderamente diferente de cada nueva relación? ¿Son las expectativas refrescantes obstáculos para las relaciones que inician de manera no planeada? Comparar pareciera una de nuestras mejores habilidades pero cuando se convierte en el instrumento de medición para los increíbles nuevos acercamientos con otras personas nos damos cuenta que definitivamente, no es la mejor forma de conocer a alguien. El juzgar a las personas por los libros que ha leído, su corte de cabello, la marca de sus zapatos, la música que escucha, el tiempo que tarda en conseguir un orgasmo o incluso de lo que se alimenta no es un deporte éticamente correcto ya que como dicen: no nos dedicamos a hacer manualidades en nuestro tiempo libre sino juzgamos, y algunas veces solemos ser tan crueles que no nos damos cuenta de los errores que hemos cometido al emitir dichos juicios sin echar un vistazo al contexto y aun peor cuando nos vemos reflejados en ello. Los prejuicios y la hasta ahora irremediable desesperanza se convierten en nuestra coraza ante las nuevas situaciones, ante lo incomodo de lo desconocido y el temor por conocer a alguien mas que por mas que imagines no terminara desgarrando ese ya tan frágil corazón que tantas veces a fingido estar enamorado y seguir latiendo en busca de no juzgar al nuevo destinatario que será sin duda la mas valiente apuesta que podamos hacer en este inicio de invierno.

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