del oficio de las letras y la perversión de las palabras.

lunes, diciembre 28

LA PRIMER DOSIS SIEMPRE ES MEJOR QUE LA SEGUNDA.

En una de esas odiosas jornadas laborales en la que la monotonía y el mal prestigio de los proveedores interrumpen tu orgasmo creativo, te das cuenta que lo mejor que puede hacer una persona como tú en estas condiciones es concertar una cita con alguien que esté aun peor; pero para mi sorpresa, la posibilidad de regocijarme con su sufrimiento resulta inalcanzable y el precio a pagar demasiado alto pues no hay cuota que no se cobre ni deudor que no la pague o al menos era lo que el nada atractivo contador decía. Tratar de disfrutar el dolor ajeno no siempre esta permitido, o al menos no en mi caso y mas recordando aquello de que “…No hagas lo que no quieras que te hagan..” pero ¿qué pasa cuando te hacen justamente lo que no quieres y que jamás has hecho? ¿es una cuestión karmatica que nos persigue por el resto de nuestras múltiples reencarnaciones? O solo el precio por recordar que el destino no es del todo predecible y que los dichos populares son solo eso. Pero si realmente es cierto que no recibimos nada que no nos merezcamos y debemos estar dispuestos a aceptar nuestro karma por mas lejano que nos parezca, ¿podemos rechazarlo provocando sufrimiento en otros para justificar el propio? ¿es justo herir antes de que nos hieran? En una sociedad contemporánea como esta es inevitable no anteponer nuestra existencia por encima de la de los demás y cada vez deseamos herir mas sin importar las consecuencias. Tal vez para algunos lastimar a otras personas es una forma de aminorar sus culpas o solo cuestión de ego pero para poder arrancarle el corazón a alguien es necesario que la otra persona este de acuerdo al menos de forma inconsciente e igualmente vulnerable que el agresor. Con el calor veraniego de la ciudad, el trafico interminable de periferico y una deliciosa tarta de mango con chocolate, me doy cuenta que el halo desesperanzador del sufrimiento ajeno siempre nos tranquiliza, es un medicamento de patente que podemos conseguir en cualquier esquina siempre y cuando estemos concientes que el precio a pagar nunca será equitativo y que jamás volveremos a ser los mismos… aun fingiendo que el verdadero dolor es siempre nuestro.

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