del oficio de las letras y la perversión de las palabras.

lunes, diciembre 28

AÚN SE DAN PROPINAS AL ENTRAR AL TEATRO.

Noche de martes en el centro de la ciudad, no soy congruente con mis actos. Es innegable la importancia que tiene el alma para poder entender la música, pero ¿qué pasa cuando nuestro herido corazón no logra descifrar los misterios matemáticos del chapoteo del agua? Los sonidos más orgánicos nos parecen un tanto más hermosos cuando están fuera de contexto y en una sociedad contemporánea parece algo casi habitual. Una mañana de lluvia en el asiento trasero de un auto se puede trasportar fácilmente a una sala de concierto pero no el salto de un pez en un rió a un costado de la nada, el sonido del viento y la humedad palpable del ambiente nos encierran en nosotros mismos y nos aterra; el saber que formamos parte de la naturaleza, que la alimentamos y que jamás recordamos que la hundimos en lo mas oscuro del closet hace un par de meses. A caso ¿hemos construido una alta barrera entre nuestros prejuicios y la posibilidad de aceptar nuevas propuestas musicales o simplemente es la apatía por una poco atractiva identificación con el medio? jamás me sentí tan angustiado por no encontrar la causa de mi apatía ante Tambuco y la fusión con Yoshimura y Kifu Mitsuhashi, ese juego de percusiones que se repetía una y otra vez y que de rato en rato al igual que a muchos de los espectadores no me decía nada. El rechinido de butacas, la tos colectiva, los bostezos, el tono típico del nokia jamás me parecieron tan interesantes como anoche. ¿puede ser posible que me sienta mas atraído por aquello que escucho a diario que por un procesamiento complejo de los números convertidos en sonidos? ¿es ese el leitmotif del arte contemporáneo? Todo el tiempo me he quejado del nulo compromiso de los artistas pseudo contemporáneos, de su irresponsabilidad y falta de seriedad.. pero ahora me aterra creer que los entiendo, que bien podría formar parte de ellos…y me niego, al menos temporalmente en espera de encontrar el verdadero valor del arte… o al menos saber que como dios, aun no ha muerto. Quien sabe… tal vez solo deba olvidarlo e ir en busca de ese hermoso suéter color verde que tanto llamo mi atención el pasado fin de semana y dejarme ya de tanta pendejada.

No hay comentarios:

Seguidores