del oficio de las letras y la perversión de las palabras.

lunes, diciembre 28

PROMETO NO LLAMAR DOS VECES.

En mi vecindario se dice que los teléfonos sirven para acortan distancias y no para alargar conversaciones pero cuando sucede justamente lo contrario y nos damos cuenta que cada llamada significa un alejamiento mas y mas profundo dejamos de perseguir nuestros impulsos, descolgamos la bocina, respiramos profundo y cuando escuchamos los tonos jamás nos damos cuenta de la importancia que tienen las llamadas inesperadas y no me refiero a aquellas que se hacen de madrugada al estupor de las copas sino de aquellas en las que realmente deseas con todas tus fuerzas escuchar esa voz, sentir en tu oído esa respiración que tanto te inquieta y descubrir que las cosas están mejor que nunca. Para muchos, la idea de una llamada significa ceder demasiado, romper la línea que nos permite conservar el 5% de dignidad antes de volver a salir arrastrándonos por el piso pidiendo disculpas, pero para mi es una oportunidad de redescubrir mi propia identidad, de saborear el contacto con otras personas y demostrar que ya no hay mas rencores y la civilidad es nuestra mejor carta de presentación, aunque siempre esta oculto ese terrible interés por saberse correspondido; el telefonear de vez en cuando a ese alguien tan especial en nuestras vidas nos hace sentir que de nuevo hay razones para creer que Alexandro Graham no estaba equivocado y nos brindo la oportunidad de recordar el mejor de nuestros besos con tan solo marcar un numero pero ¿qué pasa cuando ese alguien no está dispuesto a contestar nuestra llamada? ¿es correcto insistir hasta bloquear la línea? O aun peor ¿es nuestro deber morir de angustia esperando una llamada que sabemos jamás llegará? Es evidente que no se deben hacer llamadas cuando se sabe de antemano que nadie estará al otro lado de la línea impaciente escuchando todo lo que acontece pero aun así sigo pensando que es igual de valioso el arriesgarse y de vez en cuando marcar ese numero que jamás olvidaremos en espera de volver a sentir esas mariposas en el estomago tan solo por el simple gusto de recordar como fue… la primera vez que escuche tu respiración a través del teléfono…

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