del oficio de las letras y la perversión de las palabras.

lunes, diciembre 28

NO ES MIO ESE SUFRIMIENTO.

En uno de esos jueves en los que la ciudad parece patearte el trasero, en donde nada ha salido bien y sientes que las esperanzas de encontrar algo nuevo y sorprendente en la vida que te ha tocado esta tan lejos de tu alcance, descubres que la verdadera escencia de la existencia citadina esta servida en una sutil copa martinera que reinterpreta tu sexo con una deliciosa mezcla de helado, galleta y vodka sabor vainilla. Pero como siempre, no se puede tenerlo todo, en ese afan por explorar la psique y los atractivos labios de mi acompañante me di cuenta que por mas que uno lo desee, las cosas seguiran siendo las mismas, que las personas con las que decides involucrarte jamas responderan a ese deseo tan personal de enamorarte en la primera cita, de hacer que ese primer beso que tanto has deseado sea tan especial que te deje sin aire y con ese hueco en el estomago que te hace pensar que los riesgos por mas aventurados que parezcan, vale la pena sufrirlos. Transcurrida la mitad de la noche y esforzandome cada vez mas por tener una interesante conversación con el que parecia ser el perfecto escape de mis responsabilidades y con un deseo casi incontenible de fumar un cigarrillo, me di cuenta que por mas que luchara en contra de esa sensación de decepcion ante la vida de mi interlocutor, no seria el heroe en esta ocasión, la batalla estaba perdida, talvez ni siquiera hubo tal y tan solo jugabamos a estar ahí, acompañándonos, en un ambiente diferente al que regularmente perteneciamos todos los jueves; tal parecia que cuatro martinis no serian suficientes, la desesperante actitud de tristeza y el corto presupuesto terminaron con la estancia en ese lugar con un barman tan insinuante y exoticamente atractivo. Después de un par de besos con sabor a helado de vainilla y galletas de animalitos, recorde que lo mas conveniente era correr al sitio de taxis para no esperar ese momento en la puerta del apartamento en el que con un beso finalizaba lo que en algunos tiempos pudo ser la primera de una serie de citas groseramente excitantes y que termino en mi vecindario con un “solo como amigos” dentro del auto. Una vez mas con una noche de Martinis al 2x1, la propina a medias y una cita que no estaba programada, de nueva cuenta toco el cristal de las relaciones poco emocionantes y me quedo con esa sensación de no saber que esperar de las personas cuando al parecer han sufrido el mismo numero de decepciones que yo, la desilusión parece ser la misma y la reconozco, es palpable…

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