del oficio de las letras y la perversión de las palabras.

lunes, diciembre 28

LA CULTURA DISNEY.

Dicen que debes tener cuidado con lo que deseas por que en una de esas tardes de sábado tu sueño puede convertirse en realidad. Cuando éramos niños solíamos fantasear con algún día convertirnos en bomberos, mazinger z, astronautas o únicamente ser la ficha roja, pero ¿es suficiente haber deseado en algún momento de nuestra vida ser un delincuente para pronto parecerlo? Al parecer para la policía de mi ya no tan nuevo vecindario solo le bastaron 2 segundos para asegurarlo. En una de esas calurosas tardes en las que crees que nada puede salir de lo planeado, descubres que la imposibilidad de ser tu mismo ante los ojos de la autoridad es cada vez menos grato. Para mí, el viajar en la parte trasera de una patrulla siempre me había parecido tremendamente excitante y mas cuando ese uniforme tan sugestivo hacia que mi mente olvidara por completo lo peligrosa que puede llegar a ser la policía en la ciudad; pero cuando los motivos se alejan de todo guión cinematográfico y el miedo por ser abordado por una protectora de la ley con su arma lista para disparar pidiendo una revisión, dejas de sentir que la vida es el mas divertido de los juegos y que los deseos son el mejor aliciente para caminar por la calle. Desconociendo la mayor parte de mis derechos como ciudadano e intimidado por el arma no tuve mas opción que negarme a dicha revisión, pues a final de cuentas, ¿qué tipo de delincuente sería si me diera por vencido al primer intento de intimidación? es decir, uno no puede ir por la vida pareciendo delincuente ante los ojos de los demás sin tener su propio estilo o al menos algo de dignidad; decidido a demostrarle mi inocencia uso ese tono tan ingenuamente agradable y apacible que bien podría competir con un discurso de la Madre Teresa, el intento fue en vano, su compañero que ahora me rodeaba por el otro lado me intimido aun más y su insistencia por vaciar mis bolsillos a mitad de la calle y con un grupo de espectadores nada discretos me negué de nueva cuenta, empezaba a creerme culpable cuando el amable oficial pregunto si tenia algo que me comprometiera y recordé la vez en que alimente un gato con vidrios y carne molida, el deseo de desaparecer un hombre, de haber leído un Tv y novelas, de haber mentido el fin de semana anterior, de tener una cita a ciegas, de querer robar un suéter, de creerme enamorado por 1 mes… así que podrían enjuiciarme, quitarme el poco prestigio ante los vecinos por mi mal comportamiento y llevarme ante el ministerio, pero de todo eso ya no había pruebas así que con la sonrisa de los lunes en la oficina respondí que no y estaba ofendido. Ante el poco éxito de la pareja de uniformados que se conformaron con mirar la linda foto que el IFE me había sacado hace un par de años pude pasar a retirarme, cruzar la calle y desearles una linda tarde. Ahora, cada vez que encuentre a un policía por la calle no dudare en sonreírle y quizá con un poco de suerte pueda conducir una de esas ardientes patrullas o en su defecto mentarle la madre por hacerme sentir por un momento, tan sucio como ellos y no juzgarlos por la calidad de sus uniformes ya que las playeras con rayas blanco y negro no solo las usan los delincuentes en las caricaturas sino también los buenos ciudadanos que trabajamos duro para darnos 2 o 3 lujos con rayas verticales.

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